Una encuesta de Comisiones Obreras traza la primera radiográfica de la violencia laboral en España
Madrid (8 de enero de 2023). Si hay en España un estudio sobre el acoso sexual y por razón de sexo en el ámbito laboral que destaque sobre el resto ese es el sondeo realizado en el año 2021 por la Confederación Sindical de Comisiones Obreras, con la coordinación de la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género. No existe –sin lugar a dudas– en nuestro país informe más completo y de]terminante para diferenciar los distintos tipos de incidencia de la violencia laboral, para detectar las condiciones de riesgo y para conocer la percepción de la víctima sobre los protocolos existentes en las empresas, medidas preventivas implantadas y buenas prácticas a futuro. El universo del estudio lo configuran mujeres activas con edades comprendidas entre los 16 y 64 años, que estaban ocupadas entonces, o lo estuvieron en el año anterior. Mediante el procedimiento de encuesta, se recogieron un total 1.190 cuestionarios, con un nivel de confianza del 95 % y un margen de error del 3 %.
Según la encuesta, el 80 por ciento de las personas que contestaron dijeron haberse sentido discriminadas en el trabajo. Las acciones en la que se traduce esa discriminación son diversas, registrado una incidencia más elevada las siguientes: dirigirse a la mujer de forma ofensiva (61%); ser relegada en la formación profesional (26%); problemas para acceder o continuar en el trabajo (22%) y ser relegada en la formación (11%). En relación con las acciones de carácter o contenido sexual, los porcentajes más elevados corresponden a chistes de carácter sexista (83%); piropos y comentarios sexuales (75%); gestos o miradas insinuantes (73%); contacto físico (67%) y peticiones e invitaciones de naturaleza sexual (31%).
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Todas las acciones intimidatorias sobre las que se preguntó fueron realizadas por superiores jerárquicos (47%); por personas de la misma categoría laboral (32%); por personas de inferior categoría laboral (12%); y por otras personas (9%), entre las que se señalaron familiares y amistades del jefe (2%) y clientes (2%).
En el 86 por ciento de los casos los agresores fueron solo hombres; en el uno por ciento solo mujeres y
en el 9 por ciento tanto hombres como mujeres.
A pesar de la gravedad que conlleva este tipo de comportamientos, la denuncia sobre lo ocurrido fue extremadamente baja. Entre otros motivos, aparecieron, en primer lugar, el miedo a perder el puesto de trabajo y, después, el juicio del entorno y el sentimiento de culpa.
Un dato clave en la encuesta es que, entre las mujeres que sufrieron alguna de estas situaciones de acoso
sexual o por razón de sexo, el 88 por ciento no solicitó ningún tipo de baja laboral.
Entre los efectos más comunes se encontraron, según la encuesta, las alteraciones de la salud psicológica vinculadas al estrés, como son los traumas emocionales, la ansiedad, la depresión, el estado de nerviosismo y los sentimientos de baja autoestima. También entre los efectos aparecen los trastornos de la salud física, como los relativos al sueño, dolores de cabeza, problemas gastrointestinales, hipertensión; en definitiva, sintomatología física asociada al estrés. El acoso sexual y por razón de sexo se refleja en situaciones vividas por mujeres de todos los sectores de la actividad laboral, con independencia del tipo de contrato que tengan. Si bien no parece existir un perfil definido de víctima, sí se apuntó la existencia de factores de riesgo, como la precariedad o la realización del trabajo en condiciones de aislamiento. En el caso de la violencia por razón de sexo, las mujeres dijeron sentirse discriminadas principal[1]mente en cuento al salario que perciben, a no ser tenidas en cuenta sus opiniones y a la indefinición de funciones a realizar.