
Recomienda usar términos no sexuados o sin variación de género, sean pronombres, adjetivos o sustantivos
MADRID. El pasado 21 de diciembre, los diputados recibieron en sus correos electrónicos un documento de quince páginas en el que reciben instrucciones para la utilización de lenguaje inclusivo en su labor política y legislativa. En la guía –que lleva por título Recomendaciones para un uso no sexista del lenguaje en la Administración parlamentaria y fue aprobada por la Mesa del Congreso el 5 de diciembre– se pide a sus señorías que, en la medida de lo posible, recurran a la utilización de “términos no sexuados o sin variación de género, sean pronombres, adjetivos o sustantivos, eliminando los artículos o determinantes sexuados”. De este modo, si siguen estas consignas, los representantes de los ciudadanos podrán hablar con “perspectiva de género” en la Cámara Baja, así como en todos los documentos administrativos que esta genera.
La Mesa del Congreso recuerda en el documento que el artículo 14 de Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres, establece en su apartado 11 como uno de los criterios generales de actuación de los poderes públicos “la implantación de un lenguaje no sexista en el ámbito administrativo y su fomento en la totalidad de las relaciones sociales, culturales y artísticas”.
En marzo de 2020, las Mesas del Congreso de los Diputados y del Senado, en reunión conjunta, aprobaron el primer Plan de Igualdad de las Cortes Generales. Estructurado en ocho ejes, el último de ellos, llamado Comunicación y lenguaje inclusivo, se dirige “a facilitar la utilización de lenguaje no sexista en la comunicación y en los documentos que se elaboran en las Cámaras”. De acuerdo con este objetivo, el plan disponía la elaboración de una guía para el uso no sexista del lenguaje y de la comunicación en el ámbito de la Administración parlamentaria, lo que permitiría utilizar criterios que incluyan la perspectiva de género en la comunicación de las Cámaras y en los documentos administrativos que éstas generan.
En cumplimiento de la mencionada medida, la Mesa del Congreso aprobó –el 5 de diciembre pasado– las citadas recomendaciones. Para elaborar su guía, la Cámara Baja ha utilizado como base los informes sobre la materia elaborados por otras instituciones públicas, así como las reglas gramaticales vigentes y las recomendaciones contenidas en el Informe sobre el lenguaje inclusivo y cuestiones conexas, publicado por la Real Academia Española (RAE) el 16 de enero de 2020.
En cuanto a los sustantivos, la Cámara Baja aconseja la utilización de palabras invariables en cuanto al género, sin anteponer determinantes masculinos. Según el Congreso, es conveniente evitar el uso del término hombre en el sentido amplio de ser humano, de modo que se utilice varón en lugar de hombre en contextos específicos para referirse al sexo masculino y persona o ser humano en contextos genéricos.
Así, el Congreso recomienda a sus diputados usar términos como la presidencia en lugar del presidente, el personal en sustitución de los empleados, la ciudadanía en vez de los ciudadanos, el funcionariado en lugar de los funcionarios, especialistas en cambio de expertos, personas asistentes en lugar de los reunidos o candidatura en vez de candidatos.
Como establece la RAE, “si el sustantivo que denota profesiones tiene moción de género (cambio de terminación según el género gramatical en correspondencia con el sexo del referente), deben usarse las formas femeninas cuando quien desempeña la profesión es una mujer. Los sustantivos de profesión que cuentan con una forma para cada género deben emplearse en femenino cuando el referente es una mujer. Hablando de una mujer, debe decirse médica cirujana. El femenino de técnico es técnica, y esa es la forma que debe usarse en referencia a una mujer: Mi novia es técnica de laboratorio”, señala la guía del Congreso.
En los formularios, impresos y, en general, documentos tipo dirigidos a la ciudadanía en los que es imposible conocer de antemano el género, se recomienda a los diputados utilizar “ambos géneros separados mediante barras. Es aconsejable también alternar la posición de uno y otro género a lo largo del documento. También pueden adjetivarse los sustantivos con el uso de expresiones que contengan las personas…”.
Por otra parte, el Congreso dice que no es recomendable abusar del uso de las duplicaciones de género; es decir, nombrar con ambos géneros a colectivos que tradicionalmente se nombran con el masculino genérico. Si se utilizan, se aconseja su uso en combinación con las alternativas ya expuestas y, especialmente, en los siguientes casos:
- Cuando la oposición de sexos es un factor relevante en el contexto y se considere necesaria la presencia explícita de ambos géneros: La proporción de senadores y senadoras se ha ido invirtiendo progresivamente.
- Cuando el masculino genérico resulte ambiguo. Tal y como establece la RAE, cuando no queda suficientemente claro que el masculino plural comprende por igual a los individuos de ambos sexos, son necesarios ciertos recursos para deshacer la posible ambigüedad: fórmulas desdobladas, como en los españoles y las españolas pueden servir en el Ejército, pero también modificadores restrictivos del sustantivo (empleados de ambos sexos) o apostillas gramaticales (empleados, tanto hombres como mujeres).
- Cuando no generan errores gramaticales, ni dificultades sintácticas y de concordancia, las duplicaciones pueden utilizarse, atendiendo al contexto y en combinación con otras herramientas.
No se recomienda el uso indiscriminado de las duplicaciones en textos de cierta extensión. La RAE, en su informe de enero de 2020, manifestó que pueden utilizarse los desdoblamientos “colocados con tino en posiciones estratégicas, especialmente en textos formales (orales o escritos) dirigidos a un auditorio cultivado”. En todo caso, en su utilización se debe procurar alternar el uso de la forma femenina y masculina, para evitar comenzar siempre por esta última.
Por último, se recomienda evitar determinadas expresiones, muchas veces innecesarias, que llevan a un uso excesivo del masculino genérico. “Existen muchos ejemplos en los que ni el masculino ni el género duplicado aportan gran cosa al mensaje que se quiere transmitir y, por tanto, pueden eludirse sin problemas. Así, por ejemplo, frases como estas medidas afectan a todos los funcionarios y funcionarias y a todo el personal laboral pueden sustituirse por estas medidas afectan a todo el personal de la Secretaría General”, concluye la guía.