Los académicos recuerdan a los políticos que “la igualdad no se alcanza forzando la gramática”
MADRID. La Real Academia Española acaba de emitir un comunicado con la intención de lanzar una dura crítica al Congreso de los Diputados, a cuenta del manual aprobado por la Mesa de la Cámara el pasado mes de diciembre, con los votos favorables de todos sus miembros, para el «uso no sexista del lenguaje en la Administración parlamentaria«. En su nota, la autoridad académica se ve en la obligación de advertir a los políticos de que la igualdad no se alcanza «modificando arbitrariamente opciones morfológicas, sintácticas y léxicas».
La RAE comienza su comunicado advirtiendo que la Academia es conocedora del manual aprobado por el Congreso, así como de otros similares elaborados en los últimos años por diversas instituciones. La razón principal por la que la máxima autoridad de la lengua española desea expresar su opinión sobre los acuerdos de la Mesa del Congreso es el hecho de que se afirma expresamente en ellos que se han elaborado teniendo en cuenta “las reglas gramaticales vigentes y las recomendaciones contenidas en el Informe sobre el lenguaje inclusivo y cuestiones conexas, publicado por la Real Academia Española el 16 de enero de 2020”.
“Los destinatarios del texto que ahora comentamos podrían pensar, de manera equivocada, que las recomendaciones de la Mesa del Congreso concuerdan totalmente con la postura de la RAE sobre estas cuestiones o comparten los criterios de esta institución sobre dichos asuntos”, señalan los académicos en el comunicado, para añadir a continuación: “Conviene precisar, ante todo, que en algunos aspectos del informe que analizamos se tienen en cuenta, en efecto, las recomendaciones académicas”. Son los relativos al género de los compuestos, a la recomendación de que se evite la arroba como posible comodín de las vocales, a que se eluda el uso de las flexiones de género no recogidas en el Diccionario de la RAE y a que no se abuse de las duplicaciones de género (los parlamentarios y las parlamentarias). “Todo ello supone un avance considerable en relación con algunos textos previos procedentes de la Administración del Estado, lo que constituye, indudablemente, una buena noticia”.
Hasta ahí llegan los puntos de acuerdo. A partir de ahí, todo es discrepancia. Para la RAE, el asunto más conflictivo se centra en la interpretación del llamado masculino inclusivo, sobre el que persisten discrepancias fundamentales. El texto de la Mesa del Congreso dedica varias páginas a presentar diversas formas de sustituirlo, “si bien concluye su extensa relación —de manera quizá un tanto paradójica— aduciendo que debe evitarse un uso excesivo de este recurso”, dicen los académicos.
Dicho esto, la RAE quiere de dejar claro que la Academia ha puesto de manifiesto en numerosas ocasiones que comparte por completo la convicción de que las mujeres y los hombres han de poseer los mismos derechos y deberes en las sociedades democráticas. “Y es igualmente consciente de que todavía no se ha alcanzado plenamente dicha equiparación entre nosotros. Entiende, a la vez, que no se avanza hacia la consecución de tales logros modificando arbitrariamente opciones morfológicas, sintácticas y léxicas que el español comparte con muchas lenguas, sean románicas o no”.
Además, se hace hincapié en la nota que la RAE ha recordado en sus documentos que las sociedades en las que se hablan lenguas que organizan de otra forma las propiedades morfológicas del género, así como las relaciones de concordancia, no son necesariamente más democráticas que la nuestra. “Hemos argumentado en múltiples ocasiones que el género masculino es inclusivo (en español y en otras muchas lenguas) en un gran número de contextos, y hemos explicado también con detalle que el hecho de que no lo sea en algunos casos no debe llevar a la absurda conclusión de que no lo es nunca”, afirman los académicos.
Para la RAE, el documento de la Mesa del Congreso da a entender, desde su mismo título (Recomendaciones para un uso no sexista del lenguaje en la Administración parlamentaria) que los hablantes que no aplican los recursos allí expuestos se expresan en un lenguaje sexista. “Sería, pues, sexista, el lenguaje cotidiano de la mayor parte de los millones de hispanohablantes de todo el mundo, incluyendo el de los propios parlamentarios españoles cuando no hablan desde la tribuna o no redactan proyectos legislativos. Sería igualmente sexista —aplicando este razonamiento implícito— el lenguaje de la literatura, el ensayo, la ciencia, el cine, el periodismo, la legislación y tantos otros ámbitos (no necesariamente coloquiales ni informales) en los que los textos escritos en español no se suelen redactar aplicando los recursos que nuestra Administración recomienda”.
Según la Real Academia, es oportuno hacer notar que el término lenguaje no sexista —que la Mesa del Congreso adopta en sus recomendaciones y que varios organismos oficiales han aplicado en otras muchas similares— conduce a una “peculiar disyuntiva”. “Cabe pensar, por un lado, que las expresiones propias del lenguaje supuestamente sexista dejan misteriosamente de serlo cuando no aparecen en textos oficiales. La otra opción, más preocupante incluso, consiste en suponer que los hispanohablantes están autorizados a expresarse en un lenguaje sexista a menos que representen a la Administración o redacten discursos públicos. Sospechamos que, tras esa peculiar disyuntiva, se esconde el deseo implícito de acrecentar la distancia —ya considerable en la actualidad— entre el universo oficial y el mundo real. Si bien sería de esperar que las administraciones trabajaran para acortarla, parecen más interesadas en aplicar una y otra vez las dobles varas de medir que tan patentemente la ponen de manifiesto”, concluye el comunicado de la RAE.